sábado, 4 de mayo de 2019

EXTREMADURA SORPRENDENTE: LA NOCHE DE LOS JARAMAGOS

Eran las 2,30 de la madrugada cuando salì desde mi casa de Malcocinado camino de Orellana la Vieja para intentar vivir, en primera persona, un evento espiritual , del que había oido hablar e incluso había hablado, en un programa de radio de Onda Cero sur de Extremadura, pero no había vivido.

Y esa es la gran diferencia que siente el turista espiritual. Vivir la experiencia y que esa experiencia nos pula, nos emocione, nos enriquezca, nos transforme.

Fué un viaje sosegado por esas carreteras del lejano Este extremeño. Las restas infinitas de Azuaga a Zalamea o de Quintana a Campanario. Apenas me crucé con un par de vehículos en más de 130 km.
Olìa a fresca madrugada. La cercanía del inmenso pantano crea un microclima especial en Orellana. Aparquè mi coche junto a una valla que cortaba y por tanto indicaba, donde estaba la plaza.

Cuando llegué ya había un ajetreado grupo de personas junto a la iglesia y a la calle principal y un camión que iba descargando los jaramagos.


Los bares estaban abiertos e incluso uno de ellos tenìa la música fuerte y jóvenes con vasos largos entraban y salìan mientras en la calle había grandes hojas de palmeras acodadas en las paredes.

Me encontré al alcalde al final de la calle organizando las mesas donde se servirían las migas y los bollos preñados.

Así que decidí ver como engalanaban las calles. Boni, un hombre con experiencia, estaba realizando la primera maroma, una cuerda natural de Jaramagos que cruzaría la calle de lado a lado a un afanoso e interesado grupo de adolescentes.
A las cinco y media de la mañana aquello ya era un alborozo con hombres, mujeres y adolescentes bien dados a la faena de colocar palmeras en las farolas, puertas o ventanas y las maromas que iban siendo tensadas y puestas de lado a lado de la calle creando una cúpula natural y sorprendente.
Pronto comenzaron a preparar las migas. Ahí uno de los que tuvo aquella idea hace unos años y una de las personas claves de la noche de los Jaramagos, el municipal, ya se puso en faena,
Justo al lado, varias mujeres preparaban una mesa con los famosos bollos preñados, auténtica delicia de la gastronomìa de la noche de los Jaramagos.
Se llaman bollos dormidos por su curiosa manera de preparación ya que una vez hecha la masa con forma de bollo, se le tapa con su sábana y manta para que tenga buena temperatura y pueda crecer la masa hasta que ya está el bollo despertado. Con el plato de migas o el trozo de bollo íbamos a los vares a pedir el café o el aguardiente, entre un ambiente de sana fraternidad.

Yo me vine arriba entre tanta amabilidad y acompañé al grupo que tenía que engalanar la portada de la Iglesia portando unas palmeras.
Llegaron entonces varios sacos de rafia llenos de plantas aromáticas recién cogidas de las riveras de los rios , romero y otras, que fuí repartiendo en la calle. El aroma de aquel tunel verde era embriagador cuando ya iba llegando la alborada.
A las ocho en punto ya comienzan a dispararse los cohetes y a llegar gente de todas las partes que van cogiendo sitio, mientras un grupo despierta la madrugada con canciones antiguas al son del tamboril.
Mientras que mucha gente se queda en la calle ocupando el espacio donde se puede producir el encuentro, el resto, nos desplazamos hasta la Iglesia donde ya se encontraban, tapadas, las imágenes de la virgen y del resucitado.
La organización que me ha tratado de maravilla como toda la buena gente de Orellana me recomendó que siguiera a la Virgen que da una vuelta por una calle para salir al final del túnel ya que el Resucitado se sitúa al comienzo del mismo.

Entonan canciones de hace muchos años cantadas especialmente para ese momento, para ese dia. Todo respira autenticidad.

Llegan a un punto donde se produce el cambio de las mujeres a los hombres, que previamente y con cantos de alegrìa han quitado el velo de luto a la virgen y entre campanillas se acercan al comienzo del tunel pleno de fragancia y de multitud.

En el arco de palmeras de la entrada se detienen los hombres. Respiran hondo y se preparan para correr. Yo, con mi móvil en mano, me sitúo entre los porteadores para poder trasmitir en directo la carrera, lo que me permite vivir uno de los momentos espirituales màs hermosos de mi vida.
Salimos corriendo. Al llegar a una maroma bajamos el paso, suenan las campanillas, la multitud grita de emoción y entonces entre la gente veo aparecer la figura del Cristo Resucitado que se encuentra, paso con paso, con su madre.
La multitud estalla de emoción y levantan las dos figuras mientras se abrazan los porteadores entre abrazos y lágrimas.
Todo ha pasado en pocos minutos. Las imágenes vuelven a la Iglesia y la calle queda llena de Jaramagos y emoción.
Ya de día tuve el honor de ser jurado en la elección de la enramada de Gala, la que hacen los novios a sus parejas y que también se están recuperando.

El turista espiritual ha podido vivir una fiesta popular con siglos de antigüedad, que se mantiene viva gracias a la pasiòn de sus vecinos y que por el esfuerzo de varias personas está volviendo a revivir y a crecer tras casi perderse en los años ochenta.

Mi admiraciòn y cariño para ellos. Nunca os Olvidaré.

Noche de los Jaramagos del 2.019